viernes, 8 de mayo de 2015

Muñeca Rota



Sentada en un escalón de piedra, esperando que alguien, por una vez, se fije en ella.
Siente los rayos del sol alumbrando su rostro. No entendía, como de repente, todo había adquirido un tono rosáceo de felicidad, aunque efímera. Con el rencor y la rabia escondidos, en una catacumba en las profundidades de aquel, en apariencia, amable ser, que era ella. 
Siempre solitaria, imaginaba un mundo mejor, pensaba hacer muchas cosas, tantas, que no sabía si le iba a dar tiempo de hacerlas todas.
Trece años más tarde, se despertaba esa niña hecha mujer. Abría los ojos sin esperar encontrar gran cosa al otro lado. En su mundo, donde las cosas se mueven más despacio de lo normal, vivía ahora la muchacha. 
Ya no le importaban los rayos del sol, ni los sueños, que tantas noches le robarían una sonrisa mientras los imaginaba. Ya no le importaba nada. 
Resquebrajada, como un espejo viejo, carcomido por el óxido, despues de haber pasado años en la oscuridad de un desván húmedo y polvoriento. Abandonada, como aquel calcetín que, inexplicablemente, se perdió y se encontró años despues debajo de la cama. Olvidada, como se olvidan los sueños embriagadores, que regalan dicha una noche y al amanecer nadie puede ya contarlos. 
Al verla, la inocencia se queda boquiabierta, en contemplar al ser que acapara toda su existencia. Es única. Frágil. Como una muñeca de porcelana, que con sus pequeños detalles, deleitan a los curiosos, que deciden posar sus miradas en ella.
Pero por dentro es soledad. Derrota. La cueva profunda llena de oscuridad. El lugar donde suceden los momentos más angustiosos de las pesadillas y los terrores nocturnos. Donde un ser endiablado consume su vida lentamente.
 'No puedes, no lo conseguirás, no lo intentes' le repite una y otra vez incesantemente, día tras día. El miedo la consume.
 Sus ojos tristes me miran y me gritan en silencio y con desespero, que le devuelva ese rayito de sol que antaño le hacía recobrar la esperanza.
No puedo, no se donde encontrarlo. Se desvanece entre mis manos su cuerpo de porcelana.
-Muñeca rota, no me abandones. Si he de escalar las montañas más altas para traerte lo que hace que recobres la esperanza lo haré, pero no me dejes!
Al escuchar mi llanto desesperando se detiene, su mirada me inquieta, acerca sus labios pálidos a mi rostro empapado de sal de lágrima y me susurra con voz quebrada:
-Y en mi corazón no ha de caber, como en el cielo no ha cabido una estrella, una risa, que al parecer, era de princesa y no lo es, sino de tragedia
Desvanezco. Sale el sol y me da tregua, hasta que el anochecer traiga de nuevo, ante mí, los abismos donde juega a ser paladín, ella, la guardiana de su cueva.






Justo en ese lugar, quizás


Bajo un cielo estelado y una luna menguante, bajo la hierva recién cortada de los jardines de Montjuic. 
Justo en frente de un precioso mirador, donde se divisa toda la ciudad de Barcelona, desde el puerto, hasta más allá de la Torre Agbar.
Ahí, justo en ese lugar, descansa en paz mi amigo Billy.

Si te acercas al mirador y cierras los ojos, puedes sentir el olor de la montaña:
de los restos de hojarasca humedecida, de la corteza agrietada de los pinos piñoneros, de la explanada de césped que invita a reposar en ella, de las Acacias y los Olivos que, bailando con la brisa, crean ese murmullo a bosque que tanto anheló, del Algarrobo, donde, quizás, hace algunos años, le cobijó de una imprevista tormenta, de la madera olorosa de los Cedros y de las Mimosas húmedas, que con notas melosas y afrutadas penetran con su delicado aroma.
Sientiendo, quizás, por un instante, lo que sentía él al volar.
Aunque quizás, nunca estuvo ahí, quizás nunca conoció los Cipreses, ni el olor de las pequeñas alfombras de Viváceas y Gramínias. Quizás, nació en un Platanero resquebrajado, en el núcleo urbano, con olor a asfalto quemado, rodeado de polución e inmundicia, agradeciendo el rayito de sol mañanero y el charquito de agua medio turbia donde darse un pequeño remojón. Quizás, más de una vez comió de los trozos de bocadillo caído de las manos torpes de un niño. Quizás por las noches, desde la rama del árbol, que sobrevive como puede al humo de los tubos de escape en mitad de la glorieta, imaginaba como sería vivir mas allá, donde las montañas. En la arboleda que recorre, a lo largo del camino de tierra, todo el jardín, en las enormes palmeras anidadas, desde donde se oyen los ásperos graznidos incesantes de sus verdigrises hermanos emplumados y en las Jacarardas, que decoran el paisage con sus flores color azul violáceo. 
Pero ahí, justo en ese lugar, descansa hoy mi amigo Billy.

Adiós, amigo

Absolutamente a nadie le importaba Billy, porque a nadie le preocupan los problemas ajenos. 
Solo la inocencia y la bondad de aquel niño hizo que se fijara en él. Un ser desamparado, sufriendo en mitad de la calle y que solo recibía miradas de repulsión y desdén. En cambio el niño solo vio a alguien que necesitaba ayuda.
Lo cogió entre sus manos y se lo llevó a casa. 

Tan pequeño, tan frágil...y tan grande a la vez! Cada día de lo que le quedó de vida luchó! Luchó con todas sus fuerzas! Nos enseñó que nunca hay que perder la esperanza! Si no la perdía él, tampoco la perderíamos nosotros! 
(unas semanas atrás) Las semanas más frías del invierno habían llegado, las noches heladas en la calle no son fáciles, hay que buscar un buen escondrijo donde cobijarse. El frío a calado en el cuerpo de Billy y se siente débil, los demás de la manada se han dado cuenta y se aprovechan de la situación. Le han quitado la comida y ahora tiene que volver a salir a buscar más, no tiene fuerzas y sigue debilitandose por el frío. Acaba por comerse cualquier trozo de comida en mal estado que encuentra, bebe de agua sucia, todo es miseria....
Los días pasan y Billy cada vez se encuentra peor, sigue alimentándose de los restos y eso solo hace que empeorar la situación. Su cuerpo ha cogido hongos y infecciones por ingerir vete a saber qué.
La infección le está debilitando y ha perdido mucho peso, no tiene fuerzas para levantar el vuelo, se cae, vuelve a intentarlo pero no, no puede.. Este es el fin, que será de él...
De pronto unas manos calentitas le rodean, un niño pelirojo de pequitas en la nariz le recoge, Billy asustado intenta picarle, no sabe qué pasa, qué quiere de él, qué le va a hacer..
Empieza la lucha, el veterinario le receta medicinas, para la infección y para los hongos. Le preparan una jaulita recogidita, una toallita pequeña donde se acurrucurá los próximos días y la luz de baja intensidad para que sienta calorcito. 
Cada día luchó, se comía la papilla como si no hubiese otro día, se tomaba las medicinas sin rechistar, ya no picaba, quizás entendió que solo le querían dar amor. Se dormía debajo del chorro de luz de calor, lo intentó y luchó sin descanso. Unos días más tarde me lo encontré en la esquina de la jaula contraria a donde estaba la luz. Ya no podía más. Con las últimas fuerzas que tenía se recorrió toda la jaula hasta el otro lado. No tenía más fuerzas y quería descansar al fin. Le envolví en su toalla y lo tomé en mis manos. El casi desfallecido me miraba. Nos mirabamos. Pasaron los minutos más intensos que he vivido con él, mi corazon latía muy fuerte, lo podía sentir palpitar, sabía lo que estaba pasando, había llegado el momento. Él me seguía mirando, parece que estuvo aguantando para poder despedirse de mí. 
'Lo has hecho muy bien, ahora descansa mi amor' le dije, y en unos minutos empezó a respirar algo agitado y suspiró. El último suspiro de Billy. 
No pasó desapercibido para nosotros, fue importante para mí y mi familia y se fue viendo lágrimas de amor cayendo por mi rostro. 
Le recordaré siempre, su fuerza, su lucha. El respeto que tan valientemente se ganó. Ahora ya descansa, en el cielo de los pájaros hay uno que fue mío, que a pesar del poco tiempo que estuvo a mi lado me dio mucho y al que quise y querré para siempre. 


Mi Amor no Olvido

Una foto enmarcada
deteriorada por el tiempo
envejecida tras eternos domingos de sofá y manta
Viendo como se consume su alrededor
desde un polvoriento estante.
Olvidada.

Todavía se aprecia la imagen,
que, aunque resquebrajada,
sigue emocionando.

Recuerdos que pasan desapercibidos,
una tristeza desesperada que invade
y el anhelo de aquellos tiempos,
hace brotar una lágrima.
Incontrolada cae por la mejilla,
se va deteniendo en los surcos de una piel anciana.

Las marcas de las madrugadas anochecidas,
las risas contagiosas,
el llanto amargo de la incomprensión,
la pasión apaciguada por los besos,
el tacto aspero de la manos en la piel de terciopelo
y el calor acogedor de un abrazo.

Sonríe



Dedicatoria (extra)


Amanece,
Te miro y siento que estoy en casa,
Sentir tu calor me tranquiliza

Sonríes,
Y el mundo explota de la locura,
Inundas el ambiente con tu alegría

Gritas,
Frunciendo el ceño abres las cuevas más sombrías,
Entre la penumbra un monstruo me persigue

Anochece,
Y mi mundo muere con el último respiro consciente,
Las noches vuelven a ser bonitas ahora

Despierto,
No desearía estar en otro sitio,
Nuestro mundo es perfecto con todo su desorden

Amo,
Todo lo que eres,
No existe otra calma que la de saber quien eres.