domingo, 2 de octubre de 2016
Desamor
La tristeza me recorre el cuerpo,
como la mano,
inerte y congelada,
de un roba almas
condenado a una vida vacía,
alimentándose de la esperanza de los pobres
que vagabundean ahogándose en un mar de lágrimas
adornado con sonrisas forzadas.
El silencio no se calla,
me ensordecen los pensamientos.
El vacío de un abismo oscuro y penumbroso me atrapa,
unos brazos color ceniza aparecen desde las sombras
y me abrazan empujándome cada vez más al fondo.
Miro al cielo,
mis ojos de súplica piden a gritos un milagro,
un rayo de luz que ilumine mi ser entre tanta miseria.
Un grito desgarrador rompe el silencio ruidoso de pensamientos,
de mi llanto una lágrima brota,
brillante se desliza tímida por mis mejillas,
dejando un poco de su esencia en cada surco,
noto el fresquito al rozar la brisa mi piel,
me refresca,
por un momento recupero algo de cordura.
Casi sin aliento saco fuerzas desde mis entrañas,
clavo las uñas en paredes de barro con grava
que se van deshaciendo entre mis dedos,
mis ojos anuncian el pánico,
los labios pierden su rosado y se tornan de un blanco azulado,
un jadeo se ahoga sin poder escapar esta vez.
Hasta el último suspiro luché,
pero ya era tarde,
me engulló el desamor.
Mi corazón navega errante,
como un barco fantasma,
quebrado,
con los restos de lo que un día fue un navío portentoso,
hoy es solo un trozo de basura
con olor a podredumbre que flota sin rumbo.
Hasta que un día inesperado
le acabe de abatir el oleaje
y acabe en las profundidades olvidado.
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